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Carla estaba radiante, de un tiempo a esta parte necesitabas gafas de sol para estar cerca de ella porque desprendía luz.

Enrollaba distraída un mechón de pelo en el dedo índice de su mano derecha siguiendo una cadencia especial, difícil de reproducir, cuando de repente dijo:

- Mia... ¡mi vida es igual que un anuncio de Coca-Cola! -.

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