Gominola Nº 21 - Twenty third

Comprar una enorme caja de fresas en un puesto del mercado.
Comérmelas tomando el sol mientras espero al autobús.

Winter

Mia y Carla siempre fueron diferentes -entre ellas y respecto a los demás-.
Carla era purpurina, cristal de Bohemia, micuit, tinta al agua, agenda de piel, Rouge Noir.
Mia estaba hecha de Nocilla, flequillo rebelde, Edding 1200, bailarinas, letra grande, melodías pop.

Eran tantas las cosas que las separaban que, al mirarlas, uno siempre llegaba a la conclusión de que debía existir algún vínculo mágico que se encargaba de mantenerlas unidas… Quizá también fuera ese lazo el que -pese a que la distancia jugaba con ellas de un tiempo a esta parte- se las arreglaba para que la agenda setting de sus vidas coincidiera bastante a menudo en sus trending topics.

Mia jugueteaba con el cable de su i-Pod y observaba distraída su taza de café: - El otro día llegué a una conclusión importante: Quizá la vida se encierre detrás de puertas cerradas con la llave puesta, pero siempre tendremos ventanas por las que escapar para atraparla…-
Carla, que estaba claramente triste y tenía los ojos rojos, le respondió en un susurro: - El peligro de abrir una ventana es lo que pueda entrar por ella mientras tú intentas salir. Hace un par de semanas abrí mi dormitorio porque el aire estaba cargado y hacía mucho tiempo que no me asomaba a ver qué había fuera. Salí a desayunar convencida de que la corriente de primeros de diciembre era justo lo que mi cuarto necesitaba y, cuando volví, ya nada estaba en su sitio: un tornado enorme giraba en medio de mi habitación, lanzaba los muebles contra las paredes, me ponía el pelo en la cara y me hacía perder el equilibrio. Creo que nunca he pasado tanto miedo. El viento se llevó mis papeles y ahora tengo que estudiar sin esquemas…-

Permanecieron en silencio.

Mia de pronto dijo: - No sé, Carla, a mí me siguen gustando las ventanas… Me gustan mucho de hecho.-

Carla observó a Mia con atención. Después de unos minutos sacó un espejito de su bolso, se maquilló los ojos y respondió: -Tienes razón. Pensándolo mejor, mi habitación es mucho más divertida desde que la desordenó el viento… Es verdad que ahora nunca sé dónde encontrar mis cosas, pero tiene su gracia organizar rastreos y gymkanas para localizar un calcetín.-

-El viento también me gusta. -Mia contestaba llevando el ritmo de la música con los dedos sobre la mesa: tap tap-tap taaap taaap tap- Tiene un efecto curioso: las velas se apagan en los sitios con corriente, pero un viento fuerte consigue que las hogueras se hagan más grandes…-

Entonces ocurrió algo que hacía tiempo que no sucedía: Carla regaló a Mia una enorme sonrisa culpable y con un gesto entre cómplice y travieso lanzó un reto al aire: -¡Te echo una carrera hasta la pastelería! ¡Necesitamos una tarta gigante para celebrar nuestro no-cumpleaños soplando montones de velas y pidiendo deseos!-

Y, una vez, más se rieron a carcajadas como niñas que eran y salieron a la calle dejando olvidados los abrigos junto a las tazas de café.

3

El focus point es sencillo: aprender a recordarte sin echarte de menos.

Loewe Esencia

Él no lo sabe, pero hoy -en un autobús atestado de gente- durante dos minutos lo he recuperado...