Yellow

Carla llevaba un tiempo algo decaída: de pronto se habían acabado los besos, la velocidad y el champagne y ya no sabía de dónde sacar sonrisas culpables.

Paseaba mucho, brillaba poco y se sentía perdida en el mundo: era un sentimiento nuevo, extraño y difícil de definir...
Se veía a sí misma como un niño pequeño al que acabaran de tirarle al suelo su construcción de Lego; las piezas habían saltado por los aires y ahora su tarea consistía en recuperarlas para  -poco a poco- volver a poner cada una en su lugar. El problema estaba en que no sabía por dónde empezar...

Un amigo le dio un buen consejo: Hasta que estés lo suficientemente tranquila y serena como para volver a construir, busca lugares, sitios y personas que te hagan sentir bien, que te recuerden quién eres. Ponte cómoda, disfruta y volverás a tener ganas de jugar con tus piezas de Lego.

Una tarde entró en una librería -porque un lugar repleto de historias sólo puede ser un buen lugar- y se dedicó a pasear la mirada por las portadas, a respirar el olor del papel y la tinta, a escuchar retazos de conversaciones de otros clientes, a acariciar las distintas texturas del papel, a saborear las sinopsis de las contraportadas.

Compró un par de ejemplares y salió del local con un germen de sonrisa apuntando en la comisura de los labios.

Instintivamente pensó en Mia, en cuánto la echaba de menos y en las ganas que tenía de contarle todas estas cosas con un café bien calentito y un bombón de praliné.

Gominola Nº 17 - Purpurina

Besos en la nariz que saben a besos en la boca.

Gap

Con la tormenta, hace tiempo que me cuesta sintonizar correctamente mi hilo musical y todas las canciones se acaban convirtiendo en mashups:


* finally I can see your crystal clear...
love and life I will divide: turn away 'cause I need you more.

I can't help feeling
we found love in a hopeless place...

the scars of your love remind me of us, they keep me thinking that we almost had it all... we could have it all
(it's the way I'm feeling I just can't deny, but I gotta let it go).*

Freude am Fahren

Hoy he tenido un sueño extraño:
Era de noche y estaba acostada en mi cama, pero no podía dormir. En un arranque entre eufórico y suicida -sin ponerme una chaqueta ni pensar en maquillarme- bajaba a la calle y cogía tu coche, me sentaba al volante y arrancaba sin pensar.
Daba la vuelta a la plaza y dejaba atrás mi casa conduciendo despacito hasta salir de la ciudad. Pasaba por el centro comercial, el club de hípica y el camino verde por donde a veces patinamos y a partir de ese momento la carretera dejaba de ser conocida y sólo veía árboles, asfalto y la luz de los faros delanteros.
Había niebla y yo tenía frío, no sabía dónde iba ni cómo manejar el coche -algún día debería tomarme en serio el aprender a conducir-, pero estaba tranquila porque llevaba el cinturón bien ajustado y el coche circulaba con suavidad sin que yo tuviera que hacer ningún esfuerzo.
Fui cogiendo confianza y a medida que pasaba el tiempo me atreví a encender la radio, a bajar las ventanillas y a pisar el acelerador: disfrutaba del viaje. Cuando comenzó a hacerse de día yo cantaba una canción en inglés – I was made for loving you, baby… you were made for loving me… - y me sentía tan segura y orgullosa de mí misma por lo bien que conducía que decidí tentar a la suerte y coger velocidad.
La aguja del velocímetro se deslizaba suavemente hacia la derecha y cuando pasó de 180 preferí dejar de observarla; me concentré en sujetar con firmeza el volante y en paladear la sensación de presión contra el respaldo del asiento.
Llegué a un tramo de curvas cerradas y fruncí el ceño preocupada, traté de recordar tus clases de Física con escobas y me las apañé como pude para no salirme de la vía. Empecé a asustarme, pero en ningún momento pensé que más lenta conduciría más segura: la velocidad se había convertido en una necesidad.
El paisaje fue cambiando y dejó de ser tan llano para volverse algo montañoso. Me pregunté hacia donde estaría yendo -no había ningún tipo de señalización- y se me ocurrió que quizá tuvieses un GPS guardado en la guantera; solté la mano derecha y empecé a investigar. Instalé el aparato y de repente, cuando más distraída estaba, un coche rojo apareció de la nada.
Empezó a zigzaguear delante de mí y me di cuenta de que, si no iba más despacio, terminaría por chocarme con él. Traté de reducir la velocidad pero el coche no respondía y tuve que pelearme con el volante para esquivar al primer vehículo que se había cruzado en mi camino en todo el viaje.
Conseguí rebasarlo, pero desde ese momento tu coche dejó de ser tan dócil: de vez en cuando, y sin previo aviso, daba bandazos de un lado a otro de la carretera, derrapaba sobre el asfalto, aceleraba y frenaba sin control. La carretera pasaba por un puerto de montaña: era una calzada estrecha y sinuosa que subía y bajaba como una montaña rusa. Tuve miedo, mucho miedo. Me puse a llorar.
Al rato me di cuenta de que llorar no arreglaba las cosas: las lágrimas me hacían ver distorsionados los límites de la cazada y corría el riesgo de salirme de la vía y caer al precipicio que se abría a mi derecha. Traté de serenarme y me esforcé por dirigir el coche con firmeza, por mantener constante la velocidad, por tomar las curvas con delicadeza y evitar acelerones y frenazos en las pendientes.
Dejé atrás las montañas y la carretera volvió a ser recta y llana, pero se levantó un viento fortísimo que cambiaba a cada momento de dirección: a veces soplaba por los lados y hacía que perdiera estabilidad, a veces soplaba de frente y oponía tanta resistencia que apenas me dejaba avanzar, a veces soplaba desde atrás como si animara al coche a ir más deprisa.
Yo estaba nerviosa, llevaba muchas horas de viaje y me dolían los brazos y las piernas de la tensión acumulada. El coche rojo se cruzaba de vez en cuando en mi camino con su zigzag o retándome a ver quién era capaz de ir más rápido; algunas veces aparecían pequeños animales cruzando la carretera y provocaban que perdiera por momentos el control al tratar de esquivarlos.
Seguí conduciendo como en un videojuego unos cuantos kilómetros y de pronto entré en un túnel. Estaba mal iluminado y en su interior había algún tipo de corriente de aire que nos aspiraba hacia el interior. La radio dejó de funcionar y ni siquiera se escuchaba el ruido del motor. En medio de ese silencio extraño, el coche volvió a acelerar por sí mismo y no fui capaz de controlarlo. Todo comenzó a dar vueltas y, no sé muy bien cómo, el suelo desapareció bajo las ruedas.
Me dije a mí misma: -Ya está. Así es como acaba todo- y no pude evitar pensar en Alicia cayendo por la madriguera del Conejo Blanco con la falda llena de aire como un paracaídas.
Estaba mareada y asustada, solté el volante y se desajustó el cinturón de seguridad. Flotaba en el interior del coche como si estuviera dentro de una lavadora.
 El GPS comenzó a lanzar mensajes de manera compulsiva.
La voz de Elsa decía: -Atención, radar móvil. Reduzca la velocidad.-
La voz de Teresa avisaba: -Ha llegado usted a su destino.-
La voz de Mamá repetía: -Se ha perdido la señal GPS, recalculando ruta.-
La voz de Pipi insistía: -En la próxima rotonda tome la primera salida a la derecha.-
De pronto te oí decir: -Te quiero- y yo misma -no sé muy bien por qué- te respondí en voz alta: - No te preocupes, yo también me quiero.-
Cerré los ojos y me dejé llevar.
Esta mañana me he despertado serena y descansada -he dormido toda la noche de un tirón por primera vez en muchos días- y antes de que tú me llamaras por teléfono me he dicho a mí misma al espejo con una enorme sonrisa culpable: Buenos días, princesa.

Gominola Nº 16 - Kleenex

Subirme a un columpio al lado del río.

Flashback

- Mia, se me ha ocurrido una idea fantástica: El próximo jueves cogeremos un autobús y nos iremos a Salamanca. Desde el momento en que lleguemos yo me llamaré Carlota y tú te llamarás Paloma y las dos seremos estudiantes de Psicología de Santander. Nos haremos millones de fotos apoyando la cámara en cualquier mueble y cenaremos comida china viendo algún programa absurdo de televisión. Saldremos de copas y nos regalarán claveles y enseñaremos a estudiantes Erasmus canciones de la tuna. Cuando nos cansemos, nos iremos a la cama y nos haremos confidencias en pijama antes de dormir. Desayunaremos en cualquier bar con enormes zumos de naranja y volveremos a casa. ¿Qué te parece la idea?

Carla guiñaba un ojo a su amiga mientras le contaba todas estas cosas y Mia, a modo de respuesta, sólo pudo sonreir.

Sólo queda la velocidad...

No lo permitas.
Me niego a creerlo.

"...nos quita demasiada energía."

Pues, entonces, vamos a inventar juntos un nuevo modelo de generador, uno que funcione con besos, velocidad y champagne y que desprenda sonrisas culpables.

Vamos a hacerlo por ti, por mí y por nosotros.
Vamos a disfrutar otra vez construyendo, haciendo cosas.
Vamos a utilizar el cheque regalo que me preparaste esta Navidad.
Vamos a jugar al escondite por las escaleras de mi edificio.
Vamos a llenar el carro de la compra de leche entera.
Vamos a darnos besos con los ojos y a ser felices con todo y sin nada.
Vamos a llenar el álbum de momentos en 13x18.
Vamos a emborracharnos con ensalada de tomate y a alimentarnos de semidulce y zumo de naranja.

Vamos a hacer todas las cosas que ya hemos hecho y vamos a pensar en todas las que nos quedan por hacer.

Te lo debo y me lo debes.
Sabes que nos lo debemos.

Titanic

No me cabe en la cabeza que este invierno todo fuera calor y que -sin saber por qué y con los termómetros marcando 36 ºC- de repente todo me parezca frío y gris...

Gominola Nº 15 - Anterógrado

Aprender el significado de una nueva palabra y otorgarle otro propio y personal.

Darme cuenta de que en mi cabeza no todos los engranajes han dejado de funcionar como deberían.

There's a maze in "amazing"...

Y -como no podía ser de otra manera- después de tanto asombro, he terminado por perderme...

Ensúciate

Hoy me has hecho leer de nuevo el prospecto: de acuerdo, volveré a tener muy en cuenta la posología y las contraindicaciones.
Puedes creerme cuando te digo que pienso tomármelo muy en serio.

Lo que me preocupa es que -después de tanto tiempo abusando de  velocidad y sonrisas culpables- haya terminado por engancharme y ahora no sepa dar marcha atrás...

Hasta los mejores vicios crean adicciones y todo adicto es un enfermo.

Gominola Nº 14 - Lunes

Una copa en la cama en pijama... contigo.

Dementor

Leer una revista.
Comer un helado.
Llamar a una amiga.
Pintarme las uñas.
Copas de verdejo.
Tarde en la piscina.
Planes para esta semana.
Comprar unos zapatos.
Escuchar esa canción.
Colgarme del Facebook.
Ir a la peluquería.
Tumbarme en la cama.
Mirarme al espejo.
Colgar otro post.
Ver de nuevo aquellas fotos.
Poner orden en mi agenda.
Salir sola a pasear.

Hacer ruido.
Mucho ruido.

Cualquier cosa con tal de no escuchar a la nube y empezar a llover.

"Vamos hablando y te voy contando."

Imagina un armario lleno de zapatos azules de todas las marcas, tallas y modelos: puedes ponerte unos cada día, gastar a diario tu par favorito, guardar en el fondo de un cajón aquellos que ya no usas pero que quizá llegues a necesitar más adelante...

Imagina que hay una única percha de la que cuelga un pantalón rojo: con algunos pares combina mejor, con otros jamás te lo pondrías.
Fue un capricho repentino; pensaste que era buena inversión, te gustaron el color y el corte y a primera vista parecía de tu talla... ni siquiera te molestaste en pasar por el probador.
Te gusta muchísimo, pero corres el riesgo de que pase de moda, cambies de talla o simplemente se acabe desgastando...

Y sólo hay un pantalón rojo.
Y en su percha se siente especial.
Pero a veces no puede evitar sentir envidia de los zapatos, que tienen asegurado su sitio en el armario por el mero hecho de ser zapatos y no pantalones... y se escurre poco a poco de su percha hasta que tú llegas y lo vuelves a colocar en su sitio.

Espejo

Carla estaba sentada sola en una cafetería justo enfrente del portal donde vivía Mia.

Tenía un mal día -la nube apretaba fuerte y de manera intermitente desde hacía un tiempo, tormentas de verano...- y sentía la necesidad urgente de deshacer el enorme nudo que le cerraba el estómago para así vomitar todo el veneno que poco a poco se había ido acumulando dentro de ella. El problema era que no sabía cómo hacerlo.

Se preguntó dónde estaría Mia en ese momento... habría sido reconfortante llamar a su timbre y que hubiera bajado a tomar con ella un zumo de naranja.
Le habría dicho:

- Nos echo de menos a nosotras mismas...

Me encantaría poder decir un buen día: "¡Te invito a un café y unas tortitas en el 2006!" como si te estuviera diciendo que quedamos a las cinco y media.
Nos reuniríamos las cuatro -las de ahora y las de entonces- en algún bar de la Plaza Mayor y hablaríamos de cosas absurdas, de apuntes y asuntos pendientes, dibujaríamos corazones y estrellas en nuestras agendas y nos emborracharíamos de planes imposibles.

Sería genial. Increíblemente refrescante.

Aunque, por otra parte, no estoy segura de que a la Carla de entonces le gustara la persona en la que se ha ido convirtiendo...
Soy más fría, más racional y más desconfiada. No he llegado a ser tan fuerte, tan independiente ni tan brillante como ella quería ser. Sigo siendo inestable, irresponsable  y me afecta la lluvia. Aún no he sido capaz de domesticarme a mí misma ni lo que siento.-

Mia habría respondido:

- Se te olvida un detalle importante: Yo me niego a mí misma guardando lo que siento en el Borrador, tú vacías la Nevera convencida de que así haces un ejercicio de madurez... pero seguimos comiendo galletas y nos pintamos las uñas de colores. Somos y seremos siempre niñas, eso no cambia. Es lo que nos hacía especiales entonces, pero no lo hemos perdido.-

Carla se quedó aún un buen rato mirando su botella de agua, todavía estaba triste.
Cuando se cansó de estar parada siguió su paseo para ver si se encontraba por la calle alguna sonrisa culpable.
Al pasar por el portal de Mia le mandó un beso con el pensamiento y le dio las gracias.

Hay días en que es bueno tener buenas amigas, aunque estén lejos y no puedan consolarnos.

Gris

Llevan toda la mañana talando los árboles del jardín al otro lado de mi ventana.
No puedo evitar pensar que por lo menos caen imponentes, cubiertos de hojas; han evitado que el otoño los dejara vacíos.

El libro amarillo.

Anoche soñé contigo: me llamabas para invitarme a un café porque habías decidido perdonarme.

Nos dábamos un abrazo. Me contabas cómo te iba todo.
Mientras tanto, ella y mis amigas se contaban cosas en la mesa de al lado; se reían mucho.

Entraba luz por las ventanas y, cuando él vino a recogerme y te levantaste para saludarle, tuviste que cubrirte los ojos.
Le diste una palmada en la espalda y le pediste que me cuidara.
Os sonreísteis.

Prometiste seguir en contacto y dijiste algo gracioso.
Nos despedimos con un beso y me acariciaste la cabeza.

Por la mañana me di cuenta de lo lejos que estás todavía, pero ahora dueles menos y me siento mucho mejor.

"¿Qué pasa?"

El tiempo, ¿no te has dado cuenta de que ya falta un día menos para que te cases conmigo?

A vosotros: GRACIAS

He descubierto que una chica en Siria tiene la mano exactamente del mismo tamaño que yo.
Mi maleta ha vuelto teñida de verde y amarillo.
He conocido a mis tíos-abuelos de Roma.
Me han prometido un árbol de Navidad en una piscina en Australia.
He oído cantar en lenguas tribales africanas.
Me han contado cuentos de aztecas hasta convertirme en devota de la Virgen de Guadalupe.
He formado parte de algo grande y nos han agradecido el esfuerzo.

¿Cómo no voy a creer?

211 cosas que una chica lista debe saber.

Es recomendable vaciar tu nevera antes de salir de vacaciones...

Chasing cars

Una moneda siempre tiene cara y cruz, ¿qué sentido tiene que se demanden por agravio comparativo?

Hospitality

Cuando das vueltas sobre ti mismo terminas por marearte -eso lo sabía muy bien- pero el punto en torno al que había gravitado hasta entonces ya no estaba imantado y dar vueltas ondeando el ruedo de su falda era su única opción.

Girando y girando perdió la conciencia del tiempo y el espacio y vivió unas cuantas noches -o unas cuantas vidas- flotando en una nube gris. Ya se había hecho a la idea de que así serían siempre las cosas cuando, de repente, un día chocó contra algo.
Tras el impacto le asombró no sentir dolor, miedo o angustia, sino tan sólo una enorme sorpresa por haber frenado de improviso. Ni siquiera se molestó en  comprobar cuál era la naturaleza del obstáculo que la había detenido.

Estaba aturdida y sólo era capaz de intuir una emoción cálida que la abrazaba con fuerza evitando que cayese y -poco más tarde- fue consciente de que la llevaban en brazos a un sitio seguro y de que todo iría bien si se limitaba a no mirar atrás.

Cuando abrió los ojos supo que había llegado a casa pese a no reconocer la vajilla ni saber por qué puerta se accedía al jardín, y era curioso, porque durante mucho tiempo había puesto todo su empeño en convertir en refugio una casa extraña, fría y severa a la que siempre tuvo reparos en llamar hogar.

Le dieron la bienvenida, le presentaron a todos los huéspedes, le enseñaron cada estancia e incluso abrieron los cajones para que supiera qué se escondía en cada rincón.
Le regalaron una cama, una copa y una vela para decirle que allí podía descansar, compartir y dejar de tener miedo.

Reflexionó mucho sobre la suerte de contar con un sitio como aquel para curarse las heridas y un día decidió quedarse allí para siempre: ¡cómo no iba a hacerlo si había encontrado un lugar a su medida!
Pero la nube gris había calado sus huesos y algunas noches -cuando más oscuro estaba- se le aparecía en sueños como un fantasma y decía:

-Un día te echarán de esta casa, ¿no te das cuenta de que aquí sólo eres una visita? Los otros huéspedes han hecho suyos los dormitorios, pero tú no tienes nada con lo que demostrar que perteneces a este lugar y, cuando alguien llame a la puerta, serán tu cama, tu copa y tu vela las que entregarán al nuevo invitado.-

A la mañana siguiente de cada pesadilla se sentía mareada y confusa: de pronto parecía que los inquilinos conspiraran para que se fuera y que la casa apagase las chimeneas a su paso para que el frío la llevara lejos de allí.
Se sentía embargada por una clase de angustia particular -algo así como el bochorno de una tarde de verano que amenaza tormenta- y, mientras se esforzaba por eliminar esa presión, repetía para sí misma como un mantra las palabras que le dirigía su anfitrión en el desayuno:

-Es cierto que no te esperábamos y que a algunos se nos ha hecho más extraño que a otros el hecho de que tengas intención de quedarte, pero ten muy claro que desde que llegaste aquí hay más luz y, por eso, sé que eres tú y no otra la dueña de ese dormitorio. Esta será tu casa hasta que tú decidas lo contrario.-

Solía surtir efecto...

Pese a todo, a veces no era fuerte y caía en la tentación de girar una vez más sobre sí misma -la falda dando vueltas como la casa de Dorothy hacia Oz- para después tropezar constantemente con las escaleras del edificio.
Pese a todo, a veces pasaba la noche en vela inmóvil, aferrada al cirio y esperando a que el sol se llevara el miedo.
Pese a todo, a veces se dejaba convencer por la nube y  se veía llamando a la puerta mientras los inquilinos le cerraban el paso muertos de risa...

Hasta que alguna mañana recordaba lo mucho que la despejaba correr hasta la buhardilla para llenar su copa, tirarse en su cama y escribir sin pensar hasta dormir acunada por la luz de su vela.

Sabía que, al despertar, el anfitrión le daría un beso con tostadas y café, y que así cada cosa regresaría a su lugar y ella a volvería a ceñirse con firmeza su maravillosa sonrisa culpable.

Mi hermana pequeña.

Te quiero porque tu cabeza siempre está desordenada.
Te quiero porque contigo las siete de la mañana parecen las once de la noche.
Te quiero porque echas sal hasta a las tostadas del desayuno.
Te quiero porque caminas como Bambi cuando llevas tacones.
Te quiero porque hemos pasado horas y horas juntas en la biblioteca.
Te quiero porque eres mentirosa compulsiva.
Te quiero porque tu madre me pide que sea para ti buena influencia.
Te quiero porque siempre me toca cubrirte cuando te portas mal.
Te quiero porque me mandaste tres tarjetas de cumpleaños desde el otro lado del charco.
Te quiero porque tu armario es un bote salvavidas para casos de emergencia.
Te quiero porque si nos hacemos fotografías juntas siempre salimos bien.
Te quiero porque siempre terminas contándomelo todo, aunque sea tarde.
Te quiero porque las copas contigo saben mucho mejor.
Te quiero porque nunca contestas al teléfono y es imposible localizarte.
Te quiero porque te pasan cosas que para el resto del mundo serían imposibles.
Te quiero porque sonrío cuando te recuerdo con el uniforme del colegio.
Te quiero porque ahora hacemos planes a escondidas.

Te quiero porque nadie nos obligó a querernos.
Te quiero porque he tenido mucho miedo de perderte.
Te quiero porque no ha cambiado nada.

Te quiero porque siempre has sido y serás mi hermana pequeña.

Toothpaste kisses

Te parecerá una tontería, pero no puedo evitar que se me escape una maravillosa sonrisa culpable cada vez que veo tu cepillo de dientes al lado del mío.

"Eres mi 911 Turbo S."

Y, aunque me diste toda clase de argumentos, yo no necesitaba oir más.

Conclusiones

Tú vibras y yo fluyo, está bien, pero lo único importante es que a los dos nos mueve un capricho cabal.

B.S.O.

¿Por qué será que hay tantas canciones que suenan mejor cuando alguien las versiona?
Está claro que yo soy la misma melodía, pero tú me interpretas mejor que nadie...

Wardrobe

Mi vida ha cambiado de talla, no hay duda.
Lo que antes me apretaba ahora me sobra; lo que antes me estaba holgado ahora me ajusta.

Por eso -en mi vida como en mi armario- ha llegado el momento de poner orden: regalar lo que ya no sirve a quien pueda aprovecharlo, tirar a la basura lo que se desgastó para siempre, conservar como recuerdo lo que un día fue especial y, sobre todo, disfrutar con una enorme sonrisa culpable lo bien que sientan los conjuntos de la nueva temporada.

Link

Un corazón no es más que un ovillo -complejo y enredado- de cintas de colores para regalar a los demás.

Todas las madejas tienen cabos sueltos que dan color pero no pueden atarse ni en un simple nudo.
Todos los ovillos tienen lazos largos, brillantes, que cuentan historias.

Un corazón siente todas las cintas que ha entregado; por eso se esfuerza en sostener un extremo y ser partícipe de los vaivenes de la vida de aquellos con los que se compartió.
Los hilos de un corazón a veces hablan de alianzas.
Los hilos de un corazón a veces se pierden.
Los hilos de un corazón a veces se enredan, se desgastan, se rompen.

En mi ovillo había una cuerda.
Era larga y estaba atada con fuerza, pero era rígida, pesaba mucho y el esparto arañaba en cada nudo.
Oprimía al corazón y el corazón soltó su extremo.

Sin la soga mi ovillo es ligero, sus cintas lo estrechan y un gran lazo rojo lo abraza rodeándolo como si fuera un regalo de Navidad.
Pero a veces me doy cuenta de que siempre tendrá un hueco vacío donde sentir o imaginar que alguien ha dado un tirón desde el otro lado, porque un corazón no puede evitar sentirse atado y echar de menos a aquellos a quienes quiso, a los que un día formaron parte de él.

Estática & Dinámica

¿Por qué no te lo acabas de creer?
Te he explicado millones de veces que la diferencia está en que, hasta ahora, nunca te había encontrado.

"Asumo que me he rendido y no me importa."

Carla llamó a Mia por teléfono, pero no contestó.

Entonces decidió que sería una gran idea dejarle en el poyete de los buzones de su casa un cupcake con una nota, pero se dio cuenta de que corría el riesgo de que alguien se lo comiera en su lugar...

Al final optó por la vía más fácil y publicó en su tablón:
No me gusta cuando asumes tantas cosas; parece que se te haya olvidado que tú y yo estamos hechas para ser siempre niñas y que -en el momento más inesperado- la vida nos acaba sorprendiendo con gominolas y galletas debajo de la almohada.

Pulso

Creo que deberíamos dedicar menos tiempo a medir nuestras fuerzas... me gusta mucho más cuando cuentas mis latidos por minuto acariciándome la muñeca.

Nestea

¿Sabes por qué me fije en ti? Porque llegabas con el corazón abierto: tenías un agujero enorme y ninguna fuerza para cerrarlo.
Te habían vuelto pequeña y vulnerable y te entregabas a los demás entera y sincera.
Habías rendido todas tus armas.
Ya no eras capaz ni de disfrazarte para convencernos al mundo y a ti misma de que eras feliz.

Y yo me di cuenta de una cosa: era fácil echarte una mano y cerrar esa brecha, pero dejaríamos dentro un montón de veneno que te destrozaría poco a poco -no hay nada peor que dejar que un mal amor se enquiste-.
Por eso esperé a que drenaras todo el daño -salían cosas y más cosas sin parar- y sólo me preocupé de que supieras que yo estaba cerca.

Lo que tú no sabías es que aprovechaba cada minuto para dejar semillas que, cuando tuvieran espacio, te ocuparían entera y así ya no podrías escaparte.

Lo que no sabía yo es que había encontrado la tierra precisa y preciosa donde echar raíces.

El menos común de todos los sentidos.

  1. Me has convencido con la vista, porque cuando me miras no me cabe la menor duda de que puedo creer con los ojos cerrados en todo lo que digas.
  2. Sé que eres tú y sólo tú por el tacto, porque siempre estás a la temperatura perfecta -dos grados por encima o por debajo de mí-.
  3. Me torturas sin querer por el olfato, porque cuando te marchas me vuelvo loca si giro la cabeza y mi pelo huele a ti.
  4. Te has convertido en imprescindible por el oído, porque -como les pasa a los niños- no duermo hasta que no he escuchado tu voz y sólo me despierto si eres tú quien me da los buenos días.
  5. Me has devuelto las ganas de todo a través del gusto, porque desde que llegaste he recuperado el apetito y sólo me preocupo de comeros a bocados a la vida y a ti.
Y no puedo dejar de adorarte porque, haciendo cosas sin sentido, has sido capaz de darle sentido a las cosas.

Un jardin sur le toit.

Me encanta llegar a la Universidad y ver que ya han salido flores en los lilos del jardín.

07:52 a.m. - 00:57 a.m.

No vuelvas a decirme que no hago deporte, porque el corazón -que, al fin y al cabo, no deja de ser un músculo- lo entreno todos los días como si estuviera interna en un centro de alto rendimiento.

(Y me chifla.)

Prospecto

Entiendo por qué lo haces -porque quieres que todo salga bien, que todo sea seguro- pero no me gusta cuando lees la composición del medicamento y me hablas de los posibles efectos secundarios como si fueran contraindicaciones.

Conozco bien la dolencia y sé que este es el fármaco más específico y eficaz: suple todas mis carencias, alivia los síntomas y dolores y me permite hacer las cosas que antes no hacía.
Desde que lo tomo me siento infinitamente mejor: sólo puedo dar gracias a todos los laboratorios en los que se fue desarrollando con el tiempo, a todas las personas que intervinieron en su composición hasta depurarlo, porque -sin saberlo- colaboraron entre sí para dar con la fórmula perfecta para mí.

Te agradezco que te esfuerces en hacerme consciente de que corro el riesgo de hacerme adicta y también que me recuerdes las consecuencias que conllevaría abandonar el tratamiento sin motivo. Es un químico potente y hay que llevar cuidado.

Pero no te preocupes. El riesgo merece la pena. No hace falta que me alertes.
Deja que nos vayamos adaptando el uno al otro, el medicamento y yo.

Es cierto que a veces me dan vértigos, pierdo el sueño o duermo durante horas.
Que sonrío sin motivo, se me suben los colores, me río a carcajadas y empiezo a llorar.
Que no presto atención a lo que antes era importante, convierto en imprescindibles detalles diminutos y no puedo dejar de escribir.

Pero me da la vida.

Así que déjate de letra pequeña y sigue administrándome mi dosis diaria de sonrisa culpable.

Febrero

Era mediodía y, aunque hacía buena temperatura, el cielo estaba muy gris.
Carla dijo de repente a Mia sin ningún motivo:

- No lo puedo evitar... cada vez que escucho "Meet me halfway" el aire huele a Gucci by Gucci...

Y las dos volvieron a quedarse en silencio pensando en sus cosas.

Bonus track

Si lo piensas, la vida a veces es como la lista de reproducción de tu i-Pod:
  • Puedes preparar una sesión supercañera para motivarte, pero es fácil que se cuele una canción triste que te haga llorar.
  • Puedes llevarlo encendido sin prestarle atención y que, de repente, una frase concreta de una canción consiga que te despiertes.
  • Puedes compartirlo en silencio con otra persona para fabricar recuerdos con banda sonora y después sonreir con cara de idiota cuando esas canciones aparezcan sin avisar.
  • Puedes organizar una lista con exitazos del momento, pero terminarás cayendo en la tentación de incluir ese temazo de toda la vida que -aunque se pasó de moda hace mil años- no puedes evitar seguir escuchando.
Y, aunque a veces te encantaría apagarlo y no pensar, sabes que el silencio siempre será una medida provisional, porque tanto la vida como la música están pensadas para disfrutar.

Tensar la cuerda

- Con ella soy más parecido que contigo en las cosas que somos iguales y somos más diferentes en las cosas en que somos distintos, por eso sé que podría haber funcionado muy bien y durante mucho tiempo... pero no te preocupes, nos saltamos ese paso y no volveremos atrás.

                                                                                                                     ...

- Con él existe un lazo que, aunque quisiera, no podría romper porque está hecho de cosas que me ponen la carne de gallina -besos, velocidad y champagne- y por eso me mantiene enganchada... pero no te preocupes, ya ha pasado mucho tiempo y sé que como mejor funcionamos es como estamos ahora, siendo amigos.

(Hay veces que somos un poco tontos, ¿no te parece?)

Coconut

Y, aunque llovía a mares y estábamos en marzo, fue como si volviera agosto y nos riéramos de camino a la pista una vez más.

Recuperar un poquito de luz es posible cuando te encuentras con una niña que huele a verano.

21-22

Abril antes significaba ALEGRÍA, pero este año la R ha decidido mudarse y se ha convertido en ALERGIA.

Me he vuelto hipersensible.
Todo me irrita y me escuece.
Me lloran los ojos.
No consigo despertarme.

Pero a pesar de todo no puedo quejarme porque hace sol y cuando noto su calor entrando por la ventana sólo puedo sonreír.

Taxi

- Hasta luego, muchas gracias.

- ¡Que tengas buena mañana! Y déjame decirte una cosa: llegarás muy lejos...

(Aún sigo desconcertada por estos buenos presagios fuera de contexto y lugar.)

Fabulae

Érase una vez un Príncipe que adoraba ir a la guerra y librar batallas y pasaba tanto tiempo luchando con todas sus fuerzas que siempre estaba cansado; tenía muchas guerras que atender y casi nunca estaba en su castillo y cuando volvía a casa lo único que hacía era dormir.

El Príncipe tenía una Princesa y una manzana mágica en una urna: la manzana tenía el poder de hacerlos felices para siempre y mantener seguro el palacio si todas las semanas tanto uno como el otro le contaban un secreto.
Para mantener fuerte a la manzana, el Príncipe, antes de ponerse la armadura solía entregar a la Princesa un saco lleno de secretos para que se los contara  por él, después le daba un beso y se marchaba al frente; cuando estaba en el castillo llenaba el saquito de nuevo, se lo daba a la Princesa y se marchaba a dormir.

Un buen día, en mitad de una guerra larga y terrible, la Princesa se dio cuenta de que el saco se había quedado vacío. Se asustó mucho y se puso a llorar, pero decidió probar a contar dos de sus secretos a la manzana para mantener su poder.
Y tuvo suerte: funcionó. La Princesa siguió y siguió contando secretos a la manzana sin descanso durante muchos meses hasta que el Príncipe obtuvo su victoria y regresó.

La Princesa le contó lo débil y triste que se sentía -sin secretos era ella la que se estaba marchitando- pero el Príncipe no tenía fuerzas para escucharla y le contestó que después de una guerra tan larga necesitaba descansar más que nunca. Al momento se marchó a dormir.
La Princesa empezó a llorar y en el jardín empezó a llover: se desató una tormenta terrible que duró toda la noche.

Al llegar la madrugada llamaron al portón del castillo y- aunque el Príncipe tenía terminantemente prohibido a la Princesa que nadie entrara en el palacio- ella estaba tan desesperada que decidió abrir; tenía mucho miedo, pero necesitaba ayuda y sentía que ella sola no sería capaz de encontrar una solución: fuera quien fuera, aquella persona había llegado en el momento perfecto.

En la puerta se encontraba un caballero. La Princesa lo hizo entrar y, sin mediar palabra, le ofreció una manta: estaba mojado y lleno de polvo y, aunque no parecía cansado, se notaba de lejos que había recorrido muchos kilómetros para llegar hasta allí.

- Vengo buscando una princesa, pero tiene que ser una princesa de verdad. En todos los palacios que ya he recorrido he encontrado a muchas que decían serlo -algunas incluso lo parecían- pero a la hora de la verdad todas resultaron ser muchachas sin más.
En mi país hay un hechizo terrible que hace que todos vivamos en un espejismo continuo: creemos pasarlo bien y disfrutar, pero en realidad la tierra se muere y los ríos se secan y todos enfermamos un poco más cada día.
Hay una leyenda que dice que, si una princesa real traspasa nuestras fronteras, el espejismo habrá terminado; tendremos que trabajar duro para ser felices, pero nuestro reino estará sano y será fructífero y dependerá de nuestro esfuerzo lo que pueda llegar a ser.

La Princesa vio determinación en los ojos que la miraban: no cabía duda de que ese hombre realmente deseaba sacar adelante su país, y eso le produjo una sensación extraña, una mezcla de ternura y admiración.

- Yo soy una Princesa -o eso creo- y estaré encantada de ayudarte, pero tengo un problema terrible que no sé cómo solucionar... Si me ayudas a resolverlo me comprometo a acompañarte hasta tu reino.

(En su angustia por salvar a la manzana, la Princesa no fue consciente de que estaba prometiendo abandonar el castillo y no se dio cuenta de que para cumplir su promesa debería dejar atrás todo lo que había conocido hasta el momento. )

Rápidamente subió al salón de la torre donde la manzana reposaba en su urna y le explicó al caballero el mágico sortilegio que protegía su felicidad con el Príncipe.

- Y ahora no sé que hacer: él está durmiendo y por más que lo intento no consigo despertarlo y a mí se me han acabado los secretos que contar a mi manzana...

El caballero se mantuvo pensativo por un momento y miró muy serio a la Princesa.

- He encontrado una solución: ahora mismo haremos la prueba que determinará si eres una auténtica princesa o no. No se lo contaremos a nadie y mañana tú podrás susurrarle a tu manzana lo que has hecho.

La Princesa sonrió maravillada - ¿cómo no se le había ocurrido antes?- y en ese momento preciso amaneció y el sol asomó entre las nubes sobre el jardín.

- ¿Qué es lo que tengo que hacer?

- Darme un beso.

La Princesa retrocedió un paso sobre sí misma. Miró extrañada al hombre lleno de barro que se encontraba frente a ella y dudó, pero al instante decidió que en situaciones desesperadas se adoptan medidas desesperadas y temblando se acercó a él para darle un beso en los labios prometiéndose a sí misma que no le contaría a nadie lo sucedido.

Y sucedió.
Tras el beso, la manzana explotó en mil pedazos y en el castillo -siempre frío- aumentó la temperatura.
El caballero y la Princesa se miraron a los ojos sorprendidos: ninguno esperaba nada igual.

El ruido y el repentino calor despertaron al Príncipe que al instante sintió un veneno ácido burbujeándole en la sangre.
Buscó a la Princesa y al encontrarla, ciego y envenenado como estaba, sólo pudo ver una bruja y sintió unos deseos enormes de morderla hasta destrozarla, hasta partirla en mil pedazos.
El caballero cargó con ella -que se había desmayado- y abandonó el castillo, que había empezado a arder.

Recorrieron muchos kilómetros y la Princesa seguía dormida: necesitaba descansar después de todo el esfuerzo que había hecho por salvar esa manzana que ahora no era más que cenizas.

El caballero la observaba intrigado: no era la más guapa, ni la más rica, ni la más habilidosa de las jóvenes que habían aceptado pasar su prueba pero, por las noches, cuando todo estaba oscuro, la princesa que cargaba como un peso muerto sobre su caballo irradiaba una luz extraña que aumentaba de intensidad a medida que iba recuperando las fuerzas.
Quizá no fuera una princesa de verdad, pero estaba claro que aquella chica tenía algo que la hacía diferente y merecía la pena intentar llegar con ella a su reino.

Justo el día en que alcanzaron la linde del sendero que dibujaba la frontera, la Princesa se despertó y -aún un poco aturdida por todo lo que había pasado- posó con cuidado su pie derecho al otro lado del camino siguiendo siempre las directrices del caballero.

Y el milagro se produjo.
La tierra dejó de ser baldía, pero aún estaba cubierta de maleza; el río corría con fuerza, pero no había fuentes para acercar el agua al pueblo; la gente estaba sana, pero las casas estaban polvorientas y destartaladas.
El Caballero y la Princesa descubrieron que tenían unas ganas enormes de sacar adelante todo aquello y trabajaron codo con codo con las gentes del lugar para hacer de aquel lugar un sitio acogedor y con futuro.

Y se dieron cuenta de que las risas eran más efectivas que los secretos para mantener vivas las cosas que los harían felices para siempre.
Y decidieron no cansarse nunca de intentarlo, porque cuando hacían cosas juntos saltaban chispas, había magia y pasaban cosas increíbles.

Gominola Nº 7 - Capricho

Que me recojas en el despacho y me traigas fresas con leche condensada.

"- ¿Mucho? - Todo. "

A veces tengo miedo de gastar las palabras importantes por usarlas sin medida todos los días.

Me encantaría tener la capacidad de inventar palabras nuevas para decirte cada vez de una manera distinta esa idea que se me escapa de los labios sin querer siempre que te tengo cerca.

Nails

Las manos son lo primero que distingue a una señorita de quien no lo es.

Y me comprometí a llevar siempre la manicura impecable.
Y me prometí ser irreprochable en todo.

Vas a ser la madre perfecta, la esposa perfecta: por eso te quiero; sólo tienes que ser buena y esperar.

Y esperé y esperé hasta que entendí que, o sacaba las uñas, o nadie defendería mi sitio en su vida por mí.
Y arañé y arañé hasta que me sangraron los dedos y se me acabaron las fuerzas.

Jamás me hubiera esperado esto de ti: después de tanto lloriquear por que siguiera contigo, ¿ahora eres tú la que te atreves a sacar un clavo con otro clavo?

Y clavó el orgullo herido en mí usando las palabras como si fueran puntillas.
Y me sentí tan pequeña que no pude evitar volver a morderme las uñas.

Pero decidí que, aunque me duela, no voy a permitir que me crucifique; por eso me curo las heridas pintándome las uñas de color sonrisa culpable.

Placebo

¿Quieres un consejo? Súbete a una silla y baila:
Todos los días.
Aunque no tengas silla.
Aunque te duelan los pies.

"Puedo y quiero."

Me encanta la manera particular que tienes de acariciarme la muñeca sin darte cuenta mientras me hablas.

"No duelen igual una mordedura de serpiente y una picadura de mosquito."

No sé si recuerdas aquel cuento sobre una moto que -una vez arrancaba- no dejaba de ganar velocidad, porque estaba hecha para arrancarme sonrisas culpables.

Sólo quiero recordarte que sigo disfrutando del viento en la cara y que si te abrazo y me sujeto muy fuerte no es por miedo a caerme, si no por el simple placer de sentirte muy cerca.

Out of date.

Llevo todo el día pensando en la falta que me hace preparar una lista de asuntos pendientes.
Al final he decidido que mejor la escribo mañana.

Erase / Clear

Una semana para olvidar el borrón; ahora, cuenta nueva.

Lexatin

Me prometiste cuidarme siempre y quererme hasta el final... Ahora me doy cuenta de que nunca te pregunté qué harías conmigo una vez el final hubiera llegado.
Y aunque sé que la culpa es mía, por ilusa, por confiada - nunca te imaginé capaz de hacerme daño- no puedo evitar pasar el día intentando descubrir si lo que me mata es lo que dices y haces o el mero hecho de que lo hagas y lo digas.

Gominola Nº 6 - M.P.T.

Tener sólo dos horas para comer y decidir que es mejor invertirlas en pasear porque hace sol.

Mirarme en el espejo.

Entrar en una librería y comprar un ejemplar de mi libro favorito porque lo había perdido.

Volver a utilizar bodymilk.

Coger el autobús porque llueve y fijarme en cada gota que recorre el cristal de la ventana.

Llorar viendo fotos.

Estar sola en casa, prepararme una copa, disfrutarla en silencio.

Copacabana

Son geniales esos planes improvisados en los que lo único que es irremplazable son las personas que toman parte de ellos.

Gominola Nº 5 - Carmín

Pintarme las uñas de rojo, los labios de rojo, el alma de rojo... porque me he dado cuenta de que vivir la vida en rosa ya no me resulta suficiente.

F.R.I.E.N.D.S.

Mi abuelo siempre ha tenido animales: caballos, vacas, ocas, conejos... y yo toda la vida he pensado que me encantaría que en mi casa hubiera una cebra, una pantera, un elefante... Vamos, ¡que me encantaría tener un zoo!

(Me encantan los chicos que nunca dejan de ser niños.)

Perfecto

-¿Has traído cámara de fotos? 
-A mí no me harán falta fotos para repasar cada segundo con detalle siempre que me apetezca...

Stendhal

Ríete..., pero hay veces que me concentro tanto mirándote que se me olvida respirar.

Weeks

Ser feliz implica desear con todas tus fuerzas contarle al mundo cómo te sientes y no encontrar momento para compartir esa sensación, porque disfrutar de la felicidad ocupa todo tu tiempo.

Cantábrico

Cada día es diferente, pero no cambia nunca.
Mirarlo me da paz.
Me encanta entrar dentro y notar cómo me moja.
Es divertido.
Puedo pasar mucho tiempo sin verlo, pero necesito saber que está ahí.
Es azul.
Está lleno de vida -es vida-.
Cuando pienso que está en calma me sorprende con un revolcón.
Siempre huele igual.
...

Para ti significa todas esas cosas.
A mí me sabe a semidulce, me suena a bolero y hace que me desmaye borracha de felicidad.

Amicitia amicorum magnam laetitiam nobis parat.

Últimamente tengo ganas de contarle mi vida a todo el mundo -incluida la señora que se sienta a mi lado en el bus-.
Últimamente traslado todo lo que hay anotado en mi agenda para más adelante.
Últimamente me encanta la gente que he incorporado a mi vida.
Últimamente tardo dos horas en elegir qué me pongo.
Últimamente pido el día libre en el trabajo porque tengo que estudiar -y al final no estudio porque eso no es propio de un día libre-.
Últimamente no me apetece contestar el teléfono.
Últimamente pienso que antes todo era más fácil, y quiero ser pequeña otra vez.
Últimamente me muero por una copa a las 17:00 h.
Últimamente echo de menos a los que he perdido por el camino.
Últimamente cuando más disfruto es cuando estoy en silencio.
Últimamente me fijo en los escaparates y no tengo ganas de entrar en las tiendas.
Últimamente me paso horas enteras imaginándome mi vida cuando sea mayor.
Últimamente bailo encima de las mesas.
Últimamente hablo más de la cuenta.
Últimamente (...)

Es genial contarle a un amigo con el que hace tiempo que no coincides lo caótica que te has vuelto de repente...
Así, ametrallándolo con información.
Así, simplemente con brochazos de lo que ahora es tu vida.
Es una gozada escucharle cuando dice:

Malcríate, di que sí, ya vendrá gente intentándonos criar y todo ese rollo...
¡Maledúcate, malcríate, todas esas cosas...!
Sin reglas somos nosotros mismos; y cuando no hay reglas resulta que al rato te gustas, estás feliz, sonríes sin razón -eso mola mogollón- y te da igual que llueva o que nieve...
¡Vivan la malcrianza y esas cosas chulas!

Porque es un auténtico regalo contar con amigos que te soprenden con clases improvisadas de filosofía de vida de esas que te hacen pensar en gominolas y te arrancan una enorme sonrisa culpable.

Gominola Nº 3 - Technicolor

Hacer caso a un impulso repentino y volver a ver la película de El Mago de Oz.

"Madre mía... ¡son las dos y media de la tarde!"

Lo siento mucho -muchísimo-, pero me temo que ya no tienes remedio.
  • Has cuadriculado tabletas de chocolate.
  • Has salvado a una batidora de una muerte segura.
  • Has preparado ensalada de tomate.
  • Te has hecho colega de un tío pirado con cresta.
  • 1
  • Has sobrevivido a llamadas siniestras.
  • 2
  • Has leído revistas de moda.
  • 3
  • 4
  • Te has olvidado el móvil en la mesilla.
Y a pesar de todo has decidido que no había mejor manera de empezar la mañana que luciendo una fantástica sonrisa culpable a juego con la mía.

Cookie Dough

¿Cuántas veces quieres que te lo diga? Todo sale mejor si lo hacemos juntos. Siempre.

Gominola Nº 1 - Besos

Sorprender a un niño y una niña vestidos de uniforme dándose un beso largo, lento, húmedo -como los de las películas- a la salida del colegio.

Compartir sala de estudio con dos alumnos de Derecho que se mueren de la risa mientras se comen a besos entre artículo y artículo del Código Civil.

Tus vecinos sonriendo de camino al ascensor porque te encuentran todas las noches despidiéndote con besos en el portal.

"Cuando tenemos el pelo mojado nos prestas tu secador...¡¡ y nos dejas maquillarnos en tu baño!!"

Es tan genial tener una colección de hermanas pequeñas...

Ilustraciones

¿Te cuento un secreto?
Hace tiempo ya que había pensado en ese como el sitio perfecto para dibujar lo que no tengo intención de dibujar.

Gourmandises

A veces descubro pequeños placeres en historias de todos los días.
Cuando descubro instantes perfectos en cosas cotidianas no puedo evitar pensar en gominolas.

Click

Carla estaba radiante, de un tiempo a esta parte necesitabas gafas de sol para estar cerca de ella porque desprendía luz.

Enrollaba distraída un mechón de pelo en el dedo índice de su mano derecha siguiendo una cadencia especial, difícil de reproducir, cuando de repente dijo:

- Mia... ¡mi vida es igual que un anuncio de Coca-Cola! -.

Hidrópica

He bebido mucho. Muchísimo.
Todavía tengo sed.
Estoy algo mareada; me preocupa la resaca si pierdo el control.
Disfruto de cada sorbo.
Quiero más.
No estoy acostumbrada, terminaré por perder el conocimiento.
Sabe dulce y está frío.
Soy adicta.
Ni siquiera el vértigo es capaz de hacerme soltar esta copa.

"Date la vuelta conmigo y abrázame."

Me chifla el champagne con zumo de naranja.
Corro peligro de intoxicarme con Vitamina C.

"Mira tu móvil, creo que te ha llegado un mensaje..."

En las noticias dicen:

"En Valladolid hoy a las diez de la mañana la temperatura era de cinco grados bajo cero..."

Y la sonrisa culpable que se instala en mi cara mientras sigo mirando el informativo desprende muchísimo calor.

'+1 Agregar como amigo'

Ayer empecé la mañana llorando.
Lloraba suave, despacito, prestando atención a cada lágrima que me recorría la mejilla.
Estaba triste, pero era una tristeza cálida, acogedora.

Te escribí.
Lo echaba de menos -sigue siendo raro no explicarte cada minuto de mi vida, aunque reconozco que me siento mucho mejor desde que no doy explicaciones-.
Sé de sobra que es fácil que esas dos cuartillas vayan directas a la papelera de la oficina.
Sé de sobra que ahora mismo te gustaría poder hacer eso mismo conmigo.

Pero todavía me quedan esperanzas de que un día como otro cualquiera me regales la oportunidad de empezar la mañana sonriendo porque habrás decidido que ha llegado el momento de quitarme la cruz, porque habrás asumido que el cariño no se acaba porque sí y cuando uno quiere, porque habrás entendido por fin que con nadie tiene más sentido que conmigo el botón de "Agregar como amigo".

"Cuando puedas mira hacia el este y acuérdate de mí."

En ese mismo momento pasaron muchas cosas a la vez: una ráfaga de viento me levantó la falda y revolvió las nubes, la chica que esperaba conmigo al autobús me miró entre intrigada y envidiosa no sé muy bien por qué, una moto aceleró justo al pasar a mi lado poniéndome la carne de gallina y de repente vi que algo brillaba en el suelo.

Había encontrado la segunda pista; una llave muy pequeña, plateada.

Sonreí con mi fantástica sonrisa culpable al acordarme del dado diminuto que apareció sin avisar en la puerta de mi casa para avisarnos de que habíamos superado el primer nivel.

Y dijiste desde el otro lado del teléfono: -¿Ya la has visto? ¡Hoy la luna está enorme!-

Variaciones II

Carla y Mia paseaban, aunque había tanta niebla que casi no se veían.

Mia tenía la mirada perdida y hablaba en susurros, Carla se limitaba a saborear en silencio su nueva sonrisa culpable.

Cuando estaban a punto de entrar en su cafetería -que habían hecho suya a base de febreros, junios, Colacaos calientes, Nesteas con mucho hielo, videoclips, documentales, carcajadas, lagrimillas y, por encima de todo, toneladas de apuntes- Mia dijo:
- ¿Te acuerdas de lo de las señales? Creo que voy a empezar a plantearme su veracidad, su importancia y, sobre todo, el efecto de las circunstancias paralelas.

Carla respondió:
- Me parece una idea brillante, yo empezaría buscándolas en tu i-pod y comería galletas para interpretarlas mejor.

Se dieron un par de empujones cariñosos riéndose como niñas al comprobar que él seguía como siempre tras la barra. Cuando se sentaron en la mesa, Mia adoptó una actitud resuelta y abrió el azucarillo con determinación.
- Te digo más: He decidido que a partir de ahora en mi vida está prohibido prohibir lo inoportuno, lo enigmático y las razones irracionales.

Carla le dio un beso en la nariz y mordió muy despacito, disfrutando del momento, un bombón de praliné.
- Yo últimamente me he dado cuenta de que en algo inoportuno suele esconderse una oportunidad, de que hay algo magnético en lo enigmático y de que lo más razonable es hacer caso a lo irracional.

Y disfrutaron juntas de ese café que tanto echaban de menos.

Sparkle

No te lo crees porque no sé hablar en absolutos, pero sé que algunas veces me dejas absolutamente sin habla.

"Crear, construir, hacer cosas..."

La diferencia está en pasar cada vez más tiempo juntos o comprobar que cada día que pasa estáis menos tiempo separados.

Podría sobrevivir a base de ensalada de tomate y botellas de semidulce.

Rebecca - 1940

Es increíble cuando llegas a la conclusión de que, despacio o deprisa, la vida da vueltas como un anillo sobre su perfil y decides que no te asusta la velocidad.

Es increíble cuando brindas con champagne sin celebrar nada en concreto y soplas velas rosas por el mero placer de pedir deseos.

Es increíble cuando los besos saben a fresas con nata y el tiempo se mide en instantáneas de 13x18.

Y de la noche a la mañana los pequeños detalles te han vuelto creyente de lo increíble y no puedes evitar repetir como un mantra: besos, velocidad, champagne...

"Haz lo que dice la canción."

Silver moon's sparkling, so kiss me...

Álbum

"Quiero que estés siempre a mi lado, no que vayas detrás de mí."
(Quiero cocinar un bizcocho y que comprobemos juntos si ya está suficientemente horneado.)

"Quiero que entiendas una cosa: [...] es tan sólo otra manera de decir [...] ."
(Quiero que en mi dormitorio huela a tierra mojada.)

"Quiero una cámara y un viaje sólo para fabricar recuerdos contigo."
(Quiero organizar unas copas en casa para tus amigos y mis amigas.)

"Quiero que sepas que nunca será suficientemente cerca."
(Quiero meter leche entera en el carrito de la compra.)


"Te quiero."
(Te quiero.)

01032009

Cada vez me ponen más nerviosa los escaparates llenos de libros que nunca podré leer...

(Y lo que yo no sabía era que tan sólo me habían dado un folleto para que hiciera tiempo hasta que terminaran de editar para mí el libro que cerraba la colección.)

"No todo el mundo utiliza el verbo 'enervar'..."

Hoy he descubierto una gran verdad:
El mejor regalo del mundo no es más que un objeto cualquiera si no tienes a quién entregárselo, pero cualquier cosa es susceptible de convertirse en regalo si encuentras a la persona adecuada para recibirlo.

Magia

Ya era 6 de enero, así que buscamos a los Reyes Magos por las escaleras.
En vista de que Sus Majestades no aparecían, decidimos hacernos montones de regalos.

A la altura

Es absurdo, pero esta mañana me pareció absolutamente justificable ponerme unos zapatos con 13 cm de tacón para comer con una amiga y hacer compras de Navidad bajo la lluvia.

"Nunca te regalaré un reloj."

Si te hubiera preguntado por qué, sólo habrías sonreido.
No me molesté siquiera en preguntar porque había entendido de sobra lo que querías decir.

Amigas que te regalan bombones cuando pasas tragos amargos.


Amigas que siempre contestan al teléfono diciendo ¡¡¡¡¡Amooooooor!!!!!  con la voz rebosando cariño.
Amigas que combinaban terriblemente mal la ropa hasta que tú llegaste a sus vidas y no tienen ningún pudor en reconocerlo.
Amigas que se saben absolutamente todos los cotilleos de la ciudad pero que nunca divulgarían tus secretos.
Amigas que cruzan contigo el país de punta a punta en un viaje absurdo y agotador para sobrevivir a anfitriones terribles, copas con los vecinos sin salir de la cama, duras horas de trabajo no reconocido y una larga serie de contingencias... pero que hacen que la experiencia merezca la pena sólo por el hecho de haberla compartido.
Amigas cuyas madres se hacen amigas de tu madre y que, a partir de ese momento, están más al día de tu vida por vía materna que por canal directo.
Amigas con un paso de baile mítico que adoras imitar.
Amigas que duermen como marmotas y se despiertan con el pelo húmedo porque tienen el dormitorio a 45ºC.
Amigas que saben que tú también pides el café con leche, en taza grande, corto de café -aunque ellas lo tomen con sacarina y tú con azúcar-.
Amigas que viajan con un botiquín digno de un traficante y un volumen de equipaje a la altura de un refugiado.
Amigas que te mandan un privado contándote lo que han soñado esa noche y te provocan un ataque de risa que te hace salir corriendo del despacho ante la asombrada mirada de tu compañera de trabajo.

Amigas que te escriben postales sólo para decirte cuánto disfrutan viéndote sonreir.

(Facebook no tiene grupos suficientes para decirte cuánto te quiero y la suerte que tengo de que seas mi amiga.)

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"¡Mola, es como tocar un botón!"

Darte cuenta de que estás empezando a memorizar cosas del otro al tiempo que él graba para siempre pequeños detalles tuyos asusta bastante, pero sienta tan bien...

"No pienso perderme un solo minuto, te voy a hacer una foto todos los días."

Y mientras lo decías te brillaban los ojos...

Vértigo

Cuando te pasan cosas importantes puedes reaccionar de dos maneras: asustándote hasta el punto de creer que te vas a desmayar porque te supera el peso de la situación o permaneciendo ajeno a las circunstancias porque no eres capaz ni siquiera de asimilar la magnitud de lo que te rodea.
Yo me tambaleo entre las dos orillas y, dependiendo del rato, me puede el vértigo o procuro dejar la mente en blanco.
Pero -aunque, siendo sinceros, estoy bastante asustada- no puedo evitar pensar con esa sonrisa culpable que tan bien me sienta últimamente que no va a pasarme nada porque tengo una fuerza especial que tira de mí y con la que puedo contar aquí y en Canadá...

2011

Cambiar de año es dar un paso hacia adelante; tiene que ser un paso firme, decidido... y debería ir acompañado de una enorme sonrisa.
La fuerza de la costumbre suele llevarnos a andar por andar pero, como el suelo que piso ahora es más bien inestable,esta vez me he propuesto ir con cuidado y prestando mucha atención a cada paso.
Despacito y poco a poco llegaremos donde queramos...