El menos común de todos los sentidos.

  1. Me has convencido con la vista, porque cuando me miras no me cabe la menor duda de que puedo creer con los ojos cerrados en todo lo que digas.
  2. Sé que eres tú y sólo tú por el tacto, porque siempre estás a la temperatura perfecta -dos grados por encima o por debajo de mí-.
  3. Me torturas sin querer por el olfato, porque cuando te marchas me vuelvo loca si giro la cabeza y mi pelo huele a ti.
  4. Te has convertido en imprescindible por el oído, porque -como les pasa a los niños- no duermo hasta que no he escuchado tu voz y sólo me despierto si eres tú quien me da los buenos días.
  5. Me has devuelto las ganas de todo a través del gusto, porque desde que llegaste he recuperado el apetito y sólo me preocupo de comeros a bocados a la vida y a ti.
Y no puedo dejar de adorarte porque, haciendo cosas sin sentido, has sido capaz de darle sentido a las cosas.

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