Déjà vu

Un ser tiene siempre una esencia y una potencia: la esencia es su propia condición de ser y la potencia aquello que puede llegar a ser, y cuando la alcanza se convierte en un ser en acto.
Para que un ser alcance la potencia de su esencia es necesaria la intervención de otro ser que ya se encuentre en acto ejerciendo algún efecto sobre él; y así, por ejemplo, un huevo puede convertirse en alimento si lo cocina un hombre o en pollito si lo cuida una gallina pero, por el momento -y hasta que sobre él actúe cualquier ser- su condición se limitará a ser en esencia un huevo y en potencia pollito y tortilla.

Y yo, de buenas a primeras, he encontrado un ser en acto que me hace rescatar de la memoria las clases de Filosofía, que me susurra en el cuello porque le chifla mi esencia, que considera que mi mejor potencia soy yo misma y que consigue que me muera de ganas de que ejerza sobre mí ese efecto que nos lleve al acto.

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