Amicitia amicorum magnam laetitiam nobis parat.

Últimamente tengo ganas de contarle mi vida a todo el mundo -incluida la señora que se sienta a mi lado en el bus-.
Últimamente traslado todo lo que hay anotado en mi agenda para más adelante.
Últimamente me encanta la gente que he incorporado a mi vida.
Últimamente tardo dos horas en elegir qué me pongo.
Últimamente pido el día libre en el trabajo porque tengo que estudiar -y al final no estudio porque eso no es propio de un día libre-.
Últimamente no me apetece contestar el teléfono.
Últimamente pienso que antes todo era más fácil, y quiero ser pequeña otra vez.
Últimamente me muero por una copa a las 17:00 h.
Últimamente echo de menos a los que he perdido por el camino.
Últimamente cuando más disfruto es cuando estoy en silencio.
Últimamente me fijo en los escaparates y no tengo ganas de entrar en las tiendas.
Últimamente me paso horas enteras imaginándome mi vida cuando sea mayor.
Últimamente bailo encima de las mesas.
Últimamente hablo más de la cuenta.
Últimamente (...)

Es genial contarle a un amigo con el que hace tiempo que no coincides lo caótica que te has vuelto de repente...
Así, ametrallándolo con información.
Así, simplemente con brochazos de lo que ahora es tu vida.
Es una gozada escucharle cuando dice:

Malcríate, di que sí, ya vendrá gente intentándonos criar y todo ese rollo...
¡Maledúcate, malcríate, todas esas cosas...!
Sin reglas somos nosotros mismos; y cuando no hay reglas resulta que al rato te gustas, estás feliz, sonríes sin razón -eso mola mogollón- y te da igual que llueva o que nieve...
¡Vivan la malcrianza y esas cosas chulas!

Porque es un auténtico regalo contar con amigos que te soprenden con clases improvisadas de filosofía de vida de esas que te hacen pensar en gominolas y te arrancan una enorme sonrisa culpable.

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